"En Cien Palabras VIII"

Por un momento el tiempo parecía detenerse. Jamás pudo llorar. Hombre robusto. Nada parecía vencerlo. Fue justo en ese preciso instante cuando del otro lado del altoparlante recibía tan triste y devastadora noticia. Su futuro se nubló de grises y un golpe de soledad invadió su sangre que corría por su cuerpo frío y perplejo. El susto transformaba su rostro y su piel se erizaba al ritmo de la voz que le hablaba. Termino la llamada sin fuerzas. Sus ojos miraban, perdido, a ningún lugar. En silencio, prendió una vela y por primera vez elevo una oración. Sin quererlo lloró.